EL ESCUDO DE LA FE
“Sobre todo tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos
los dardos de fuego del maligno” Efesios 6:16.
Por encima de la
coraza de justicia, como una protección extra, se
encuentra el
escudo de la fe. El justo vivirá por la fe. En la antigüedad el
escudo tenía una forma un tanto redondeada y se untaba de aceite. Esto
hacía que a los sablazos o dardos no les resultara fácil penetrar. El escudo
se desplazaba, se sostenía en el brazo, mientras que la coraza se mantenía
sujeta. El escudo se movía continuamente dependiendo de donde viniera el
ataque. Detener un golpe con el escudo podía salvar la vida del soldado.
Pero después de que el golpe hubiera sido impedido se sentía dolor en el
brazo y en todo el cuerpo. Aún más se siente el dardo directo cuando te
alcanza. Si el dardo es rechazado por el escudo el peligro es nulo. Los
dardos llegan con una fuerza atronadora. Algunos dardos tienen tal fuerza
que atraviesan directamente al soldado y salen por el otro lado. El lograr
parar estos dardos produce un terrible dolor.
La fe es como ese escudo. Da una gran protección parando los más grandes
ataques. La fe nos libra al rechazar esas embestidas que de otra forma nos
harían sucumbir. Del enemigo nos llegan dardos encendidos. El fuego desea
alcanzar todo material inflamable. Por eso no debemos edificar nuestra vida
con
madera, heno u hojarasca. Esto se quema rápidamente. Pero el escudo
de la fe apaga el fuego de las ardientes tentaciones e imitaciones. Y la
promesa es que él apaga todos los dardos. La fe siempre vence.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Gracias Señor por el escudo de la fe. Por la fe avanzo,
conquisto y venzo. Por la fe soy guardado contra todo ataque, aún
de los que en lo natural nos parecen sobrecogedores. ¡La fe en Ti
funciona! En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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