JUSTOS POR GRACIA
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su
amor para con los hombres,
nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo”.
Tito 3:4-5
Una y otra vez se repite esta verdad en la Biblia: somos salvos por la acción
directa de Dios, no por la nuestra. Está profundamente arraigado en
nosotros, creyentes y no creyentes, que tenemos que ganarnos los dones,
las bendiciones y la aprobación de Dios. ¿Cuántas veces los creyentes no se
han irritado porque Dios usa a otros que no son igual de “santos”,
preparados y ortodoxos como ellos mismos? A menudo hemos declarado
nuestro propio contexto (
denominación) tan santo hasta el punto que nos
resulta difícil creer que Dios pueda usar a nadie que no está dentro de
nuestro contexto. A veces se ha ido tan lejos que no se quiere reconocer
que fuera de nuestro propio contexto (
denominación) alguien pueda ser
cristiano. Por lo menos, un verdadero cristiano, según su propia definición.
Pero para presumir de obras se requiere también un aprendizaje de
conducta, de pertenencia, de grupo, liturgia, ritos religiosos y todo lo
concerniente que pueda presentarse como méritos propios. Los católicos
son acusados muchas veces por la doctrina de las obras, pero da la
casualidad de que esta conducta o esta inclinación se hallan en todos los
contextos (denominaciones). Todos tienen la misma tentación. El mundo
vive de ella. Nuestra carne la anhela. La ley la incita. El Diablo induce a ello.
Todo para que dejemos de mirar a Jesús, para que no contemos con sus
méritos, y dejemos de una vez de contar con el poder liberador de la cruz
de Cristo. Si nuestra confianza la depositamos en nuestras poderosas
oraciones, en vez de en Dios, nos equivocaremos. Si tenemos una
enseñanza correcta de la doctrina, pero dejamos de confiar en Dios, la
revelación (del evangelio) será ocupada por nuestra auto-afirmación y
propia adulación, poniendo nuestra vida bajo la maldición de la ley, la
esterilidad y la muerte.
“Porque por gracia son salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para
que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Dios mío, gracias porque Tú gracia nos ha salvado por la
fe, totalmente sin nuestras obras. Aquello que comenzó solamente
en Ti también termina en Ti. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.