lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 18 DE AGOSTO


JUSTOS POR GRACIA
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su

amor para con los hombres,
nos salvó, no por obras de justicia que

nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el

lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu

Santo”.

Tito 3:4-5

Una y otra vez se repite esta verdad en la Biblia: somos salvos por la acción

directa de Dios, no por la nuestra. Está profundamente arraigado en

nosotros, creyentes y no creyentes, que tenemos que ganarnos los dones,

las bendiciones y la aprobación de Dios. ¿Cuántas veces los creyentes no se

han irritado porque Dios usa a otros que no son igual de “santos”,

preparados y ortodoxos como ellos mismos? A menudo hemos declarado

nuestro propio contexto (
denominación) tan santo hasta el punto que nos

resulta difícil creer que Dios pueda usar a nadie que no está dentro de

nuestro contexto. A veces se ha ido tan lejos que no se quiere reconocer

que fuera de nuestro propio contexto (
denominación) alguien pueda ser

cristiano. Por lo menos, un verdadero cristiano, según su propia definición.

Pero para presumir de obras se requiere también un aprendizaje de

conducta, de pertenencia, de grupo, liturgia, ritos religiosos y todo lo

concerniente que pueda presentarse como méritos propios. Los católicos

son acusados muchas veces por la doctrina de las obras, pero da la

casualidad de que esta conducta o esta inclinación se hallan en todos los

contextos (denominaciones). Todos tienen la misma tentación. El mundo

vive de ella. Nuestra carne la anhela. La ley la incita. El Diablo induce a ello.

Todo para que dejemos de mirar a Jesús, para que no contemos con sus

méritos, y dejemos de una vez de contar con el poder liberador de la cruz

de Cristo. Si nuestra confianza la depositamos en nuestras poderosas

oraciones, en vez de en Dios, nos equivocaremos. Si tenemos una

enseñanza correcta de la doctrina, pero dejamos de confiar en Dios, la

revelación (del evangelio) será ocupada por nuestra auto-afirmación y

propia adulación, poniendo nuestra vida bajo la maldición de la ley, la

esterilidad y la muerte.
“Porque por gracia son salvos por medio de la

fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para

que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9.

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Dios mío, gracias porque Tú gracia nos ha salvado por la

fe, totalmente sin nuestras obras. Aquello que comenzó solamente

en Ti también termina en Ti. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!

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