lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 4 DE AGOSTO


PALABRAS QUE MUEVEN MONTAÑAS

“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:

quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere

que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” Marcos 11:23.

Jesús dice:
“…sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le

será hecho”.
Esta es una tremenda verdad que el creyente a menudo pasa

por alto, es decir, que podemos conseguir lo que decimos, que existe un

poder en nuestras palabras que es inigualable. Dios creó al hombre

diferente a los animales. Nosotros somos Su imagen y nos comunicamos

por medio de palabras. La palabra comunica. La palabra crea, confirma,

dibuja, dirige, manifiesta y corrobora. Jesús dice que la palabra puede hasta

mover montañas. Estamos acostumbrados a usar palabras cuando venimos

a Dios en oración. Hablamos, clamamos, pedimos y hasta mendigamos a

Dios por diferentes cosas. Lo que a menudo no nos damos cuenta es que

podemos mencionar la Palabra de Dios, sus promesas, no solamente a Él,

sino contra las adversidades. Aquí no habla Jesús de hablar a Dios de la

montaña, sino hablar a la montaña en fe.

La fe viene por conocer la voluntad de Dios. Las promesas de Dios son Su

voluntad. Así que, con el corazón lleno de las promesas de Dios respecto a

la montaña, podemos hablar a la montaña –y la montaña echarse al mar-.

La montaña son tus circunstancias negativas, problemas y contrariedades

que se muestran inquebrantables en tu vida. Por tu propia fuerza tú no

puedes cambiarlas. Pero Dios nos ha dado una manera de recibir un milagro

en nuestras circunstancias. Proclamar Su palabra de la cual rebosa nuestro

corazón, y dirigirla contra esa montaña que se levanta delante de nosotros.

Si hacemos esto, Él ha prometido que si creemos que lo que decimos se

cumple, entonces se cumplirá. Existe un enorme poder en la palabra

hablada, ni siquiera una montaña puede interceptarnos el camino.

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Dios mío, gracias por haberme creado con la facultad de

creer y hablar Tú palabra, y gracias por el poder que Tú liberas

cuando hablo Tu palabra en fe. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!


Nota de la traductora y el revisor
. Queremos poner de manifiesto que aunque la esencia

de esta enseñanza es correcta y la compartimos, no ignoramos el mal uso que se ha hecho

de ella en algunos casos, por lo que se han cometido errores lamentables llevando a

extremos desproporcionados esta enseñanza con los que no podemos identificarnos.

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