lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 5 DE JULIO


SANTIFICADO CON UN PROPÓSITO

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del

mal.
16No son del mundo, como tampoco yo soy del

mundo.
17Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” Juan

17:15-17.

A menudo se confunde la santificación de los creyentes y se cree que lo más

significativo se centra en la renuncia a todo lo externo y únicamente vivir

para Dios. Claro que cada creyente debe renunciar o abstenerse y cerrar las

puertas al mundo. Claro que debe buscar a Dios y vivir para Él. Pero a

menudo la santificación ha venido a ser la única meta y esto ha derivado

en una neurótica determinación personal donde nunca nos sentimos

santificados suficientemente, ni tampoco satisfechos. Esto es el otro lado

de la religiosidad. Uno puede fácilmente encontrar en ello un valor en sí

mismo: vivir más apartado y santo que los demás.

Sin darnos cuenta, hemos caído en el fariseísmo, donde uno cree que Dios

contesta sus oraciones y está más unido a Él porque es más santo, más

entregado o es más radical. Pero el propósito de la santificación es para

poder servir a Dios. Y servir a Dios significa servir a los demás como el

samaritano misericordioso. Uno ve una necesidad y trata de remediarla y no

es más santo porque se ocupa de ello. Algunos toman mucho tiempo con

Dios pero no están dispuestos a salir al encuentro de otros y hacer frente a

sus necesidades. Otros salen corriendo hacia “su ministerio” sin permitir al

Espíritu Santo que purifique sus vidas.

Tú mismo sabes en qué cuneta caes fácilmente y el Señor puede ayudarte a

salir y levantarte. Sin santidad no veremos al Señor y perdemos el poder en

nuestro trabajo. Desestimar la santificación hace que nos volvamos

introvertidos y solamente nos ocupemos de lo que es importante para

nosotros mismos, en vez de hacer aquello que es importante para el Señor

y que Él nos ha pedido:
ALCANZAR Y AYUDAR A OTROS.

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Dios mío, ayúdame para que no estar ciego respecto al

lugar y servicio asignado por ti. Tú no me has llamado a salir del

mundo, sino a vencerlo. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!

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